Los has tomado por mil y un motivos: por una gripe, por dolor, después de hacer ejercicio, tras una noche de demasiada fiesta, al pasar por una operación… Has probado muchísimos y seguro que tienes incluso tus preferencias, pero ¿alguna vez te has preguntado cómo funciona un analgésico? ¡Te lo contamos!
El dolor es una de las causas más comunes por las que vamos al médico. Un dolor que no desaparece durante semanas, o bien un dolor que aparece de forma repentina y nos preocupa por su intensidad… Ya sea leve o severo, los analgésicos son un factor clave para combatirlo. Pero ¿Cómo consiguen detener esa desagradable sensación? O lo que es lo mismo, ¿Cómo funciona un analgésico? Pues te diremos que depende del tipo de analgésico al que nos estemos refiriendo.
A grandes rasgos, dentro de los medicamentos contra el dolor, existen diferentes familias de medicamentos. Encontramos los anestésicos, los opiáceos, los analgésicos, y dentro de los analgésicos existen los antiinflamatorios (AINE). Los opiáceos se utilizan para dolores muy fuertes o crónicos, y entre ellos encontramos la morfina, por ejemplo. El principal problema de los opiáceos es que pueden acabar generando adicción. Estos medicamentos actúan sobre el cerebro e inhiben las señales dolorosas para que el cerebro no las interprete y, por tanto, cese el dolor.
Si nos centramos en la familia de los analgésicos, estos se encargan de detener las señales de dolor que envían los nervios al cerebro, reduciendo la sensación de dolor. Hacen que las células lesionadas dejen de producir una sustancia conocida como prostaglandina, que genera dolor, inflamación y fiebre. De esta manera, la señal dolorosa sigue llegando al cerebro pero de una forma mucho más difusa y, por tanto, se alivia la sensación de dolor en el cuerpo.
Los analgésicos suelen ser muy eficaces para los dolores de cabeza, fiebre, estados gripales y todo tipo de dolencias comunes. En cambio, si presentamos también inflamación será mucho mejor optar por un antiinflamatorio no esteroideo como ibuprofeno con arginina. Eso sí, ten siempre presente hacer un uso racional de los medicamentos: aunque se vendan sin receta, ¡utilízalos solo cuando sea necesario de verdad! Que no necesiten receta no significa que el abuso de cualquier tipo de sustancias no acabe siendo perjudicial para el organismo.